Sale a la luz un nuevo protocolo para la prevención de lesión y riesgo suicida en centros educativos
El suicidio es la segunda causa de defunción en el grupo etario de 15 a 29 años en todo el mundo, según la OMS
Cada año, más de 800 000 personas se quitan la vida, lo que representa aproximadamente un suicidio cada 40 segundos
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«Los centros educativos se enfrentan a nuevos retos en el cumplimiento de los objetivos que le son marcados por el ordenamiento jurídico y las responsabilidades que tiene contraídas. Con pocas dudas al respecto, uno de ellos tiene que ver con la atención al desarrollo emocional del alumnado en los tiempos que nos toca vivir en la actualidad. Y también con la necesidad de incorporar en diferentes ámbitos, el diseño e implementación de planes
para la gestión de las emociones y la prevención y detección de los trastornos emocionales y del estado de ánimo en el alumnado», arranca explicando el ‘Protocolo de prevención del riesgo de conducta suicida y autolesiones del alumnado’, publicado este mes de septiembre por la Subdirección General de Inspección Educativa de la Viceconsejería de Organización Educativa de la Vicepresidencia, Consejería de Educación y Universidades de la Comunidad de Madrid.
Según detalla el texto, «fenómenos como las autolesiones o el riesgo de conducta suicida forman parte hoy, sin duda, de las preocupaciones de los centros educativos y representan un espacio de complejidad en la respuesta a adoptar que, en todo caso, debe ser adecuadamente pautado y protocolizado».
El protocolo se dirige a profesionales de la docencia y recoge el proceso de planificación de acciones para la protección del alumnado mediante planes individualizados de prevención, protección e intervención, en caso de detectar alguna situación de riesgo relacionada con el comportamiento suicida (ideación suicida, comunicación suicida, comportamiento suicida) y las autolesiones.
El documento, que contiene información en dos apéndices «de especial relevancia para la comprensión tanto del comportamiento suicida como de las autolesiones no suicidas (ANS) en la infancia y adolescencia», según se explica, aborda dos ámbitos para la planificación de acciones de protección del alumnado que, actualmente, representan «un auténtico reto de abordaje y respuesta por parte de los centros educativos»:
Define el protocolo a desarrollar para la elaboración de planes individualizados de prevención, protección e intervención tras la detección de alguna situación de riesgo, de menor o mayor gravedad, relacionada con el comportamiento suicida (ideación suicida, comunicación suicida, comportamiento suicida) y de las autolesiones. El centro educativo, en función de cada caso, situación y circunstancias, podrá adaptar y ajustar su grado, modo e intensidad de implementación.
El texto recoge, a lo largo de sus 30 páginas, la normativa sobre la materia, y algunas cuestiones como: situaciones de alto riesgo detectadas ¿Cuándo es necesario tomar decisiones sobre la apertura del protocolo?; Conocimiento de intentos de conducta suicida previas; Comunicación por cualquier medio al entorno (familia, docentes, amigos/as, compañeros/as sobre intencionalidad de conducta suicida); Conocimiento de planificación de posible conducta suicida; Detección de ideación suicida recurrente; Detección de autolesiones recurrentes (tanto en domicilio familiar como centro educativo).
Fenómeno mundial
La Organización Mundial de la Salud (OMS) «aboga por medidas coordinadas para reducir el número de suicidios en el mundo», según el primer informe mundial la organización sobre prevención del suicidio, que califica de ‘tabú’, publicado en 2014, en el que se constata que cada año, más de 800 000 personas se quitan la vida, lo que representa aproximadamente un suicidio cada 40 segundos. Un 75% de los suicidios ocurren en países de ingresos bajos y medianos.
En esta primera publicación de la OMS sobre la cuestión sostuvo que «para reducir las defunciones por suicidio, es imprescindible un compromiso de los gobiernos nacionales respecto del establecimiento y aplicación de un plan de acción coordinado». En aquel 2014 sólo tenían constancia de 28 países con estrategias nacionales de prevención del suicidio. «Es preciso un compromiso de alto nivel, no sólo en el sector sanitario, sino también en los departamentos de educación, empleo, bienestar social y justicia», constató.
Los suicidios tienen lugar en todo el mundo y casi a cualquier edad. Las tasas de suicidio más elevadas se registran en personas de 70 años o más. Sin embargo, en algunos países, las tasas más altas se registran entre los jóvenes. En particular, el suicidio es la segunda causa de defunción en el grupo etario de 15 a 29 años en todo el mundo.
Los métodos más comunes de suicidio son la intoxicación con plaguicidas, el ahorcamiento y las armas de fuego, por lo que la organización insta a la limitación del acceso a esos medios puede contribuir a prevenir el suicidio. Otras medidas eficaces incluyen la información responsable sobre suicidios en los medios de comunicación, que deberían evitar, por ejemplo, las manifestaciones sensacionalistas respecto del suicidio y la descripción de los métodos utilizados, y la detección precoz y el tratamiento de los trastornos mentales o relacionados con el consumo de sustancias en las comunidades y, en particular, entre el personal sanitario.